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Estados Unidos ordenó esta semana la clausura del consulado ruso de San Francisco y de las misiones comerciales en Washington y Nueva York. La medida es una respuesta a la reducción de personal forzada por el Kremlin en las embajadas y consulados de EEUU en Rusia, un 'castigo' que a su vez es una reacción a la decisión de Barack Obama de expulsar a 35 diplomáticos rusos de EEUU en 2016. Esa decisión fue tomada por Obama en sus últimos días en la Casa Blanca como respuesta al supuesto espionaje ruso durante las elecciones. Pero esta 'venganza' iba también dirigida al equipo de Donald Trump, que se encontró con un problema más al entrar en la Casa Blanca.
La decisión de Moscú de forzar a la embajada y a los consulados de EEUU a reducir a la mitad su personal parece pensada para no dejar el último 'ataque' sin respuesta, pero evitando volar los puentes con Trump: la mayor parte de los que han perdido su puesto son rusos contratados por el servicio exterior de EEUU. De hecho han sido los propios rusos los perjudicados, puesto que el servicio exterior de EEUU ha tenido que recortar al mínimo la emisión de visados, entre otras cosas porque se ha quedado sin personal. Mientras todo esto pasaba, Rusia ha nombrado un nuevo embajador en Washington, Anatoli Antonov, considerado parte de la 'línea dura'.
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